Aquí, Madrid, mil novecientos
Cincuenta y cuatro: un hombre solo.
Un hombre lleno de febrero,
Ávido de domingos luminosos,
Caminando hacia marzo paso a paso,
Hacia el marzo del viento y de los rojos
Horizontes –y la reciente primavera
Ya en la frontera del abril lluvioso...-
Aquí, Madrid, entre tranvías
Y reflejos, un hombre: un hombre solo.
-Más tarde vendrá mayo y luego junio,
y después julio y, al final, agosto-.
Un hombre con un año para nada
Delante de un hastío para todo.
Ángel González.
* * *
Aquí, Barcelona, enero
de dos mil ocho: un hombre en todos.
3 comments:
¡Es perfecto!
¡Y pensar que me he enterado de la existencia de Ángel González justo ahora que acaba de morir!
He aquí mi nuevo propósito: voy a leer más poesía.
Sí, debe de ser una de las pocas cosas buenas que tiene la muerte: que te da a conocer grandes escritores. Qué paradoja... Pero, en fin, ya se sabe que ellos no mueren nunca =)
¡Me encanta tu nuevo propósito! :D Yo me propongo sorprenderme más y, como dice Wislawa Szymborska (ya colgaré el poema), que no pase ni un solo día sin preguntarme por algo o sorprenderme por algo (hacer otra cosa, como dice ella, sería portarse mal con el Cosmos).
¡Un besazoooo!
suele ocurrir a veces, nunca nos damos por enterados de lo bueno que anda entre nosotros, cualquier homenaje póstumo, para mí, como que no sirve al poeta, pero en este caso, ha addo a conocer su obra. Fue y es un tipo genial
Saludos
Tomás
p.d. la elección del poema, perfecto
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