Sunday, June 24, 2007

Que sabio es este taxista...(de ni libre ni ocupado)

14 Junio 2007
El buen virus
- Me lleva a... ¡un momento!. Esa canción...
- Bohemian Rhapsody, de Queen.
- Es... buenísima, tío. ¿Podrías subirla un poco?
El tipo cerró la puerta con entusiasmo. La canción no había hecho más que empezar, con esos acordes lentos, suaves y empalagosos de cualquier balada al uso.
- Por cierto, no te he dicho dónde vamos: calle San Bernardo, a la altura de Noviciado.
- Bien... - dije iniciando la marcha.
- Eh... perdona... ¿podrías subir el volúmen un poco más?.
Tras atender con gusto su petición, nos dispusimos a escuchar en silencio, acompañando la música con tímidos movimientos de cabeza mientras cada uno interpretaba a Freddy Mercury para sus adentros. Un par de estrofas después, in crescendo, comenzamos a mover los labios susurrando su letra.
Segun cambió el ritmo de la canción, el usuario (algo más confiado) comenzó a seguir el compás golpeando la mano contra su pierna. Luego le siguió una nueva parte vocal, y aquellos susurros se convirtieron en voces cantadas a pleno pulmón...
Reconozco que su entusiasmo me llevó a cantar con él con tal compenetración que acabamos interpretando el siguiente duetto:
Usuario: ¡Galileo!
Taxista (osea, yo): ¡Galileo!
Usuario: ¡Galileo!
Taxista: ¡Galileo!
Usuario: ¡Galileo figaro...!
Ambos: Magnifico-o-o-o-o... (esta parte nos salió un poco mal).
Usuario: I'm just a poor boy and nobody loves me
Taxista: He's just a poor boy from a poor family
Ambos: Spare him his life from this monstrosity.
Vamos, cual Mundo de Wayne... Esta anécdota me ha llevado a otra de tantas reflexiones simpulso:
No necesito ganar las próximas Elecciones Generales, ni dirigir una gran ONG para cambiar el mundo. Soy taxista, y eso me basta para arrancarle una sonrisa a una media de veinte usuarios diarios. Si al bajar de mi taxi mantienen esa sonrisa hasta llegar a su oficina, o a su casa, entonces habré cumplido mi objetivo: el virus se extenderá según el llamado Efecto Mariposa.
Pero mi revolución altruista aun puede llegar mucho más lejos: cuando un usuario se baja de mi taxi en el Aeropuerto con esa sonrisa en la boca, su mueca viajará (en business o en clase turista, no importa) al otro lado del planeta, extendiendo así el virus a cualquier punto del planeta, sin siquiera ser detectado por ningún arco de seguridad.
Los Políticos más influyentes podrían, si quisieran, extender este virus en directo a millones de personas a través de cualquier medio de comunicación. Yo, sin embargo, lo extiendo más despacio; tampoco tengo prisa….
La idea no es mía. Ya lo dijo Arquímedes allá por el año 250 antes de Cristo: “Dame un taxi de apoyo, y moveré el mundo”.

2 comments:

irene said...

=)

Cómo una sonrisa puede cambiar el mundo. Sí, una sola. Porque si el taxista (y quien dice taxista dice cualquier otra persona) sonríe, otro sonreirá. Y ese otro conseguirá que quien se cruce con él sonría. Y así...


¡¡¡¡Una sonrisa enorme!!!!

Susana said...

Irene, esto me recuerda aquel poema tuyo de la sonrisa...¿Por qué no nos lo cuelgas?
¡Un beso!